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jueves, 2 de abril de 2015

VIERNES SANTO: Meditación



Meditación

Por el P. Alonso de Andrade

De lo que Cristo padeció en la cruz.

   Punto I.- Este día es dedicado todo a la estación del Calvario, del cual conviene que no te apartes un punto. Levanta los ojos y verás a tu dulce Esposo entre dos ladrones, reputado por uno de ellos, recorre la memoria a lo pasado y hallarás que nació entre dos animales en el campo, en una choza de pobres, que vivió en mendiguez con los humildes, que se acompañó con los hombres ordinarios, y que ahora muere entre dos ladrones, condenando nuestra soberbia. Aprende la lección que te lee desde aquella cátedra, y pídele su gracia para cumplir lo que se enseña.

   Punto II.- Levanta los ojos  y lee el título que tiene Cristo en la cruz: Jesús Nazareno, Rey de los judíos. Esta es la causa de su muerte, y por esto le condenan. Medita cada palabra. Jesús, significa Salvador, y porque lo fue del mundo y tuyo, es condenado a tan acerba y afrentosa muerte. ¡Oh dulcísimo bien mío! Y ¡Cuánto os costó mi salvación, cuánto hicisteis por mí, y cuán poco hago yo por Vos! Nazareno, que quiere decir florido, la flor del cielo y de la tierra está entre las espinas y porque floresísteis en tantas virtudes y maravillas sois coronado con ellas y condenado a tantos tormentos. Aprende a tener paciencia, si te hallares perseguido por hacer bien en el mundo, y servir a Dios con virtud; Rey, por ser rey de cielos y tierra, es condenado de los suyos. Considérale coronado en el cielo con diadema de inmortalidad y obedecido de todas las criaturas y adorado de todos sus cortesanos y luego baja los ojos a mirarle en la cruz. Coteja un trono con el otro, y una corona con la otra, y un cetro con el otro, y la obediencia de aquellos vasallos con la alevosía de estos, y la gloria que allí goza con las penas que aquí padece; y duélete de verle tan humillado y despreciado por tus pecados.

   Punto III.- Oye las blasfemias que le dicen los sacerdotes, y la gente del pueblo, que mofaba y escarnecía llamándole falso profeta, engañador y mentiroso; y diciéndole que se bajase de la cruz, si era Hijo de Dios, y maldiciéndole como a condenado; nosotros mereciéramos ser malditos por nuestros pecados, y Él quiso tomar sobre Sí nuestra maldición y darnos la bendición de Su Padre, y con ella la eterna herencia de Dios. Agradécele tan crecida merced y no ceses de alabarle y bendecirle desagraviando su honra, y recompensando de tu parte Su honor bendiciéndole al paso que le maldicen y ofenden los pecadores.

   Punto IV.- Mira a los verdugos que le crucificaron dividiendo sus vestiduras y echando suertes sobre la inconsútil, labrada por mano de la Reina de los Ángeles. Contempla lo que sentiría cuando viese que la llevaba un verdugo y homicida a vestírsela y traerla públicamente siendo un ladrón lleno de infinitas maldades. Este tormento le dan los que con hipocresía fingen virtud en lo exterior y en lo interior son malos y pecadores ofendiéndole a cada paso. Llega y rescata los vestidos del Salvador, cómpraselos a los verdugos aunque sea necesario venderte para pagarlos y llevárselos a la Santísima Virgen que los recibiría y estimaría como reliquias  preciosísimas de Su Santísimo Hijo, y darás algún alivio a sus dolores. ¡Oh Reina del cielo! Quién pudiera venderse para comprar esos vestidos y llevarlos a vuestras manos y consolaros, serviros y ayudar a mitigar las penas de vuestro Santísimo Hijo y vuestras. Alabada seas, que tanto padecisteis por nuestro bien.