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miércoles, 4 de febrero de 2015

MEDITACIONES: Miercoles de Septuagésima



   Del Libro del P. Alonso de Andrade

   De la vocación de Cristo a imitación del rey temporal.

   Punto I.- Ponte delante de los ojos a un rey temporal escogido por la mano de Dios con todas las gracias y dones, así naturales como sobrenaturales que se pueden desear, noble, rico, hermoso, sabio, recto, benigno, poderoso, hábil, amigo y compañero de sus vasallos, a quien ama, estima y honra más que a sus propios hijos; que no los grava con tributos, sino que los alivia y socorre con sus rentas: y sus leyes son suaves, su gobierno manso, y su trato apacible; el primero en el trabajo y el último en el descanso por dársele en todo a los suyos. Pondera cuán digno sería este rey de ser amado, estimado y obedecido de sus vasallos, y cuán robados tendría los corazones de todos con su amor y beneficios.

   Punto II.- Considera a este rey, que habiendo juntado sus vasallos les propusiese con palabras blandas y corteses que tenía intento de sujetar a sus enemigos y poner en paz sus tierras, para lo cual era forzoso hacerles guerra y que él quería ir primero a ella, y pedía a todos que le acompañasen con tal condición que en todo habrían de ser iguales a él, así en la comida como en el vestido, armas, posadas, riesgos y peligros, y últimamente en los despojos y corona de la victoria. Pondera pues, qué debieran responder los fieles vasallos a un rey tan digno de ser amado y servido, y con cuánta fineza y valor se ofrecieran los leales a ir a su lado y servirle con sus personas y haciendas y con sus armas, hasta dar la vida en su servicio; y cuán ignominiosa afrenta sería la de los cobardes que por gozar de su descanso, le dejasen ir solo y no quisiesen seguirle en tan gloriosa empresa, ofreciéndoles premio tan subido.

   Punto III.- Aplica luego esta meditación a Cristo, rey de reyes y Señor de las eternidades. Contempla cuántas ventajas hace a los reyes temporales en todas las gracias y virtudes. Pondera el amor tan cordial que tiene a todos los suyos, cuyos nombres trae grabados en su propio corazón, y luego mira los intentos con que bajó del cielo a la tierra, que fue a sujetar el mundo a su ley y servicio, y a sacarle de la cautividad del pecado y de la esclavitud de Satanás y encaminar a todos los hombres al cielo, y que para esta empresa trae consigo ejércitos de ángeles, y convida a todos los hombres para que le acompañen en esta guerra, siendo sus iguales en todo, en la comida, vestido, cama, posada, armas, riesgos y corona después de la victoria. Pondera qué deben responder los hombres a su rey y Señor, que no pretende más que su bien y que pone su vida por ellos, con cuánta resolución y valor se ofrecerán a seguirle sus fieles y verdaderos amigos, ofreciendo sus vidas, haciendas y cuanto tienen y pueden esperar por servirle, y cuán ignominiosa afrenta sería para los que viéndole caminar le dejasen ir solo haciéndose sordos a su voz por gozar de sus deleites y quedarse en su descanso, y cuanto le desobligarían para que les hiciese mercedes.


   Punto IV.- Vuelve luego los ojos a ti mismo y considera cuántas veces te ha llamado Dios y cuántas voces te ha dado y te da para que le sigas, imitando sus pasos; mira el camino que lleva de pobreza, obediencia, humildad, desprecio, paciencia y mansedumbre, con tanta mortificación y menosprecio de lo que el mundo adora y la carne apetece, y que tú, no sólo te haces sordo a sus voces y le dejas ir solo, sino que tomas en todo el camino contrario y te haces del bando de su enemigo, entregándote a los vicios, honras y riquezas del mundo. Abre los ojos y mira la ignominia en que caes en el acatamiento de Dios y de la corte celestial que está a la mira; y qué premio puedes esperar de su mano en esta y en la otra vida, pues todo pasa como el humo. Mira por ti, y pídele a Dios perdón de tus pecados y corrige tu cobardía, ofreciéndote a seguirle con esfuerzo y valor todos los días de tu vida.